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Categoría: Confesiones

Camila 2da Parte

Conocí a Camila en un octubre, era una mala época para mi tanto en lo laboral como en lo personal, me encontraba sin trabajo… pero principalmente a mis 29 estaba por esa crisis en la cual empecé a evaluar que me hacía falta vivir.



Apareció como una fantasía, cuando me dijo que era una nena universitaria de 18 (aunque en realidad tenía 21) pasaron muchas cosas por mi cabeza. Quería tener una mujer a la cual enseñarle muchas cosas, quería disfrutar de una nena inocente; Quería ante todo disfrutar de otra mujer dado que nunca había estado con alguien más y sentí que ella era esa persona.



Las cosas al final para mi fueron así, ese día al verla sentí que realmente era una nena inocente; los nervios que nos dejaron a la mitad de la calle me demostró que ambos éramos inexpertos en el tema. Entrar en esa habitación tuvo para mi mucho contraste, quería que ella lo disfrutara… pensaba en mí y lo que implicaría estar con una nena tan joven.



Sus besos tímidos, su ternura, ella al darme la iniciativa fueron cosas que me confundieron en ese momento. Recuerdo como inicie a desnudarla, como mis manos fueron disfrutando de su cuerpo; su humedad no sé si por toda la conversación que habíamos tenido durante el día o si porque realmente llegue a motivarla.



Disfrute de su cuerpo con calma, aunque me pedía que me desnudara; aunque me pedía más cosas, trate de relajarme porque para mí no era tan solo meterlo y ya, tenía ansiedad, miedo, temor a no complacerla. Así mismo esta excitado, su cuerpo me gustó mucho, era perfecta para esa fantasía.



Al final fue una tarde de polos opuestos, por momentos la trate con ternura, con esa inspiración que me transmitía sus labios, sus besos, sus gemidos. También pase a lo opuesto, a desearla como la fantasía que era… con la violencia e ímpetu que implicaba.



Por momentos llegue a pensar que no volveríamos a vernos, que sería algo de esa noche y nada más. Sin embargo, seguimos hablando, creo para mí que se despertó una chispa entre nosotros… nuestras conversaciones nos llevaron a que la deseara con toda el alma, cada vez que la veía en la pantalla me volvía loco. Ella en la oficina bajaba su jean o sus medias veladas… Terminaba antojándome de una forma que nadie más lo ha hecho, que con nadie más he vivido.



Y así llego nuestra segunda cita, en la que me deslumbro con su vestido. Se veía hermosa, sexy, deliciosa. Verla fue muy excitante y conté los minutos para llegar a nuestro destino.



Ese día tenía otro aliciente, me complacía con un hilo blanco de amarrar. ¡Fue genial! En mi locura ese día sentí que ambos nos deseábamos con más intensidad, que disfrutamos nuestro momento, sus besos fueron más apasionados, se dejó llevar, se mostró menos tímida, más atrevida, más picara… fue un encuentro delicioso. Donde la confianza, el deseo, la lujuria nos llevaron a jugar más. Disfrute llevándola y poniéndola de todas formas, disfrute de sus caderas al tenerla en 4, disfruté que fuera mía, disfrute de sus gemidos y sentí que igual ella lo disfrutaba.



Las cosas fueron complicándose un poco más, conocerla me llevo por el camino a valorarla, a estimarla y aunque quizás sus problemas no fueran reales o su vida no fuera real me importaba lo que le pasaba. Me interese mucho por conocerla y por mostrarle que no solo quería sexo. Nos vimos varias veces sin que pasara nada… solo disfrutar de su compañía, de estar con ella, de hablar y de sentir un tierno beso era suficiente para mí.



Creo que el clímax de nuestra relación llego aquella noche en que nos vimos, una cita donde fuimos a un bar en la 60. Esa conversación fue a una mujer que no solamente me inspiraba físicamente, fue a una mujer que me llenaba con su ternura, con su inocencia. Que me volvía loco con su sensualidad y que en realidad llegue a desear hacerla mía. Esa noche pensé en recorrer lentamente cada parte de su cuerpo, esa noche deseé quitarte cada prenda, deseé su cuello, mis manos no podían estar quietas, sentir su cuerpo sobre el vestido… quizás le hice el amor sobre su ropa, sus labios me volvieron loco. Sus gemidos, al respirar a su oído me sedujeron de tal manera que por mi hubiera arriesgado todo, a quedarme esa noche con ella…



Debo ser sincero, después de ello pensé que lo mejor era alejarme. Me estaba ilusionando y en ese momento empecé a pensar en el problema de no haberle dicho la verdad. Las cosas cuando no empiezan bien tienden a no terminar bien y yo ya tenía varios problemas, no tenía como justificar mis días perdido, como justificar que no podía hacer las cosas en el momento que ella quería, como justificar que no tenía tiempo para ella porque llevaba otra vida.



Quizás mi segunda oportunidad fue en ese segundo periodo que hablamos, donde recordamos nuevamente muchas cosas. Donde nos antojamos de nuevo y donde por tercera vez fue mía. Nuevamente me cumplió un deseo al ir sin ropa interior. Siempre supo cómo complacerme y ello significó igual que pensara en lo mismo, mi deseo siempre fue por tratarla bien, que se sintiera deseada, complacida y porque no… hasta amada, porque en realidad así lo sentía.



Mi tercera vez con ella fue única, la deseé en cada segundo, en cada instante. Fue tan intenso tenerla a mi lado que olvide lo obvio. La sentí mía, ver su cara en el espejo, su deseo, su placer… disfruté ese día intensamente.



Ahora veo que el problema fue que me quede en ese espacio, deseando que nuestra fantasía siguiera. Quizás para ella todo ya ha terminado, aunque hay cosas que me llevan a pensar lo contrario.


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