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Follado en el vestíbulo de la gestoría

Terminaba de ser follado por dos hombres maduros en plena vía pública de mi ciudad, La Coruña, y ahora cruzaba desde los jardines de Méndez Núñez, hacia la calle Sánchez Bregua, acompañado por ellos. Me iban tocando y sobando el culo, diciéndome lo bueno que estaba y que culito más rico tenía, a ver si me dejaba ver otro día, que me volverían a dar por el culo y dejarme preñado.



Cuando estábamos cruzando por la acera a la que nos dirigíamos, iba caminando otro hombre que se nos quedó mirando, miraba como me hablaban y tocaban el culo sobándolo. Es evidente que viendo de donde veníamos y como me sobaban el culo, se había dado cuenta de que era maricón o que al menos me gustaba que me metieran mano aquellos 2 hombres maduros.



Al llegar a la acera, ellos 2 se iban en una dirección, y yo me fui en dirección opuesta, se despidieron dándome una palmadita en el culo, y a ver si me dejaba ver otro día. Caminé delante del hombre que se había parado a mirarnos, y al llegar a la altura de la cafetería, mirando hacia atrás, para ver que no me siguieran, miré a los ojos de aquel hombre que se había quedado mirando como me tocaban el culo, viendo que no me perdía de vista, entré a la cafetería, fui hacia al mostrador, pidiendo una cerveza. Me volví a girar hacia la puerta a ver si pasaba aquel hombre, viendo que se había parado en la puerta quedando mirando para mí. Dudó unos segundos, terminando por entrar él también a la cafetería. Se puso relativamente cerca de mí, y pidió al igual que yo, una cerveza. Miraba para mí sin quitarme la vista de encima, tanto era su persistencia, que llegó a ponerme nervioso empezando a enrojecerme de la insistencia de su mirada. Se había dado cuenta de que me había puesto nervioso, y que empezaba a ponerme colorado por lo que le hizo gracia, terminando por esbozar una sonrisa.



Bebí un trago de la cerveza que había pedido, yendo luego a los aseos a mear mientras me recuperaba de aquel nerviosismo que me había provocado aquel hombre con la insistencia de su mirada. Me puse a mear en uno de los urinarios que había, y luego de terminar, fui a lavarme las manos, de paso a refrescarme la cara y esperar que se me pasara el enrojecimiento que tenía.



Pero la tranquilidad no me dejaba aquella noche, terminaba de entrar en los aseos aquel hombre. Al verme en el lavabo, se acercó a mí. Perdona por mi insistencia en mirarte y ponerte nervioso, no es mi intención, es que te he visto venir con aquellos hombres y vi cómo te metían mano. Eres muy joven, y no es buen sitio el lugar de donde veníais. Es mejor buscar ligues sin tener que ir por esos lugares, son muy peligrosos.



Joder, de que iba aquel tío, se había dado cuenta perfectamente de que me iba el rollo, pero estaba tratando de ligarme, o que era lo que pretendía.



Pronto lo supe, ya que se acercó a mí, y poniéndome una mano en el culo, me dijo si le permitía invitarme. Permites que te invite a la cerveza, me dijo tocándome el culo. Eres muy joven y guapo, me gustaría que vinieras conmigo a pasar un buen rato, eso si tú lo deseas.



Quedé mirándolo, y moviendo la cabeza en señal de afirmación, le contesté que bueno.



Se acercó más a mí, y sobándome más el culo, llevó su boca a la mía, dándome un beso en los labios mientras me decía, eres muy guapo, ya verás como no te arrepientes, verás lo que le voy a hacer disfrutar a este culito tan bonito que tienes.



Dios que noche, me estaba saliendo redonda, sin apenas esfuerzo ya me habían dado por el culo 2 hombres maduros, y ahora un tercero me estaba ligando en aquellos aseos de la cafetería, proponiéndome un encuentro romántico, y que me prometía hacerme pasar un buen rato dándome por el culo.



Salimos los 2 del aseo y yendo para la barra donde teníamos la bebida, terminamos de beber. Pagó las 2 consumiciones, saliendo ambos de la cafetería.



Fuimos los 2 caminando juntos a la par uno del otro, en dirección a la plaza de Pontevedra. Allí no recuerdo si justo en la esquina con la calle Payo Gómez o Teresa Herrera, entramos en un edificio en el cual estaba la gestoría Astela, no me di cuenta si era el primer piso o fue el segundo, el caso es que entramos en aquella gestoría. Sacó las llaves abriendo la puerta, ordenándome que pasara. No te asustes, es donde trabajo me dijo. Después de pasar yo cerró la puerta, volviendo a pasar las llaves a la cerradura. Quedé parado en medio del vestíbulo, esperando a que él me dijera para donde ir. Se acercó a mí, me estrechó entre sus brazos, empezando a besarme los labios. Tranquilo, me dijo, no te asustes, aquí es donde trabajo, relájate que nadie nos va a molestar. Siguió besándome los labios, llevando una mano sobre mi nuca, empezó a meterme la lengua en mi boca. Eres muy guapo, me dijo, estás muy bueno, tienes un culo perfecto, quiero que sea mío, quiero follártelo y hacerte gozar, me decía sin dejar de besarme la boca y toda la cara y cuello.



Empezó a irme desvistiendo poco a poco de una manera muy sensual. Primero sacó mi camiseta, aprovechando a morder y besar mis pezones que estaban duros y excitados, luego desabrochó mi cinturón para poco a poco irme desabotonando el pantalón mientras seguía besándome, dejó que callera al suelo, seguidamente se agachó para sacarme los zapatos y calcetines, terminando por sacarme el pantalón. Me llevó por la mano hasta el centro del vestíbulo, haciéndome poner acostado boca arriba, mientras él se desvestía por completo. Una vez estuvo desnudo por completo, pude ver el pedazo de pollón que tenía; es de las 3 mayores vergas que he visto y que tuve a mí disposición; al ver semejante pollón, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, aquella polla me iba abrir en canal, vamos que si me daba entrado en el culo, me iba dejar reventado; aquello si que me iba romper el culo cuando me la metiera; sí que era gruesa y larga la hija de puta.



Vio como no le quitaba el ojo al pedazo de pollón que tenía, y arrodillándose a mi costado, me abrazó diciendo, no te asustes, ya verás como terminas pidiéndome que te la meta en el culo y te folle. Ya verás lo que te va a hacer gozar esta polla, me decía mientras me iba besando la boca y cara.



Fue besando y lamiendo todo mi cuerpo, a la vez que me iba dando pequeños mordiscos de vez en cuando. Mientras me hacía sufrir con su boca y lengua, con sus dedos iba bajando hasta llegar a mi slip, metía sus dedos por dentro acariciándome con las yemas de sus dedos, luego los sacaba, volvía a meterlos, y así poco a poco y sin tocarme la polla, iba bajándome el slip.



Pasaba las yemas de sus dedos por el borde de mi vientre siguiendo por las ingles, evitando tocarme la polla, cosa que me hacía excitar de tal manera, que deseaba que quitara de una vez el slip, y agarrara mi polla y así terminar con aquella tortura.



Pero cada vez que pensaba que ya me iba sacar el slip y agarrar la polla y huevos, volvía a sacar sus dedos, evitando sacarme el slip, y alargando aquel sufrimiento.



Yo jadeaba y me abrazaba a él, deseando que me bajara de una vez el slip terminando por sacármelo, pero él, al ver cómo sufría y me excitaba, iba alargando más y más aquella tortura. Veía como levantaba el culo del suelo deseando que me sacara el slip, sabiendo él que me tenía en sus manos, y aquello me estaba volviendo loco.



Hasta que por fin terminó por bajarlo y sacármelo por completo, haciéndome dar un suspiro de placer, ya que no aguantaba más. Llevó entonces su mano a mi polla, y acariciándola suavemente, la fue descapullando, hasta meterla en su boca, y darme una mamada de las mejores que he recibido en mi vida. Aquello no era practicar el sexo, aquello era hacer el amor. No hubo rincón que no explorara con sus dedos y boca, y poro de piel que no me lamiera. Me hacía jadear y gemir retorciéndome de gusto agarrando su cabeza con mis manos y pedirle que parara.



Cuando ya me tenía a punto de caramelo, ardiendo en deseos porque me diera por el culo, fue cuando me levantó las piernas, y lamiéndome la polla y huevos, empezó a morderme el perineo y parte interna de los muslos, a la vez que, con un dedo, me lo metía en el culo e iba explorando mi interior.



Metió un segundo dedo, e iba explorando y haciendo que mi esfínter se fuese abriendo más y no opusiera resistencia a la polla que me iba a meter.



Te dieron por el culo aquellos hombres, ¿verdad?



Sí le contesté, cuando nos vistes, acababan de darme por el culo los 2.



Y se corrieron dentro por lo que veo. Te dejaron bastante semen. Pero bueno así será más fácil la penetración, me dijo sacando los dedos de mi culo.



Se levantó yendo por detrás del mostrador, y abriendo el cajón de una de las mesas, extrajo una cajita de nivea, la abrió, y untando un poco en sus dedos, la pasó por la cabeza de su polla, luego se volvió a poner de rodillas pasándome los dedos untados de nivea, por mi ano.



Se colocó en medio de mis piernas y levantándome las mismas por las corvas, las fue llevando hacia mi pecho. Cada vez que me empujaba las piernas haciendo que mis rodillas se acercaran más a mi pecho, mi culito se iba abriendo más, quedando cada vez más para arriba y totalmente expuesto para que su polla entrara en mi culo.



Arrimó su polla a mi ano, y empujando poco a poco, fue haciendo que mi esfínter se fuese abriendo. Ya tenía la cabeza de su pedazo de pollón medio metido en mi ano, cuando le pedí que parara, espera, espera, le pedía. Tranquilo, respira profundo que ya casi la tienes dentro, me decía.



Y tan pronto vio que me relajaba respirando profundamente, dio un empujón con sus caderas a su pedazo de pollón, metiéndome toda la cabeza de una estocada.



¡Ohhh! Grité al entrarme aquella cabeza del enorme pollón en el culo. Le había clavado los dedos en su espalda al meterme aquel pedazo de pollón dentro de mí.



Ya está, ya ha entrado, ahora relájate y deja que se vaya abriendo y acostumbrando tu culo al tamaño de mi polla, me decía.



Respiré profundo, dejando que aquella verga fuese resbalando por mi interior, hasta que noté los huevos de aquel experto follador que me estaba rompiendo el culo sobre el suelo del vestidor de aquella gestoría.



Ahora si que estaba bien empalado, y lo estaba por una polla descomunal, y a merced de aquel hombre que me tenía empalado en su polla.



Poco a poco fue sacando y metiendo su polla en mi culo, hasta que ya me follaba sin mayores problemas. ¡Ohhh que culo! ¡ohhh que culo! Decía, ¡ooohhh que bien se siente! ¡ohhh que culito! ¡ohhh como me gusta tu culito!



Se podía escuchar el ruido de su polla entrando en mi culo, y el golpeteo de sus huevos pegar en la entrada a mi ano, plof, plof plof plof, y los jadeos y gemidos míos al estar siendo follado por el pollón de aquel experto rompe culos.



¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Sí, síiii, me gusta, me gusta tu polla, dame más dame más le pedía. Rómpeme el culo y fóllame hasta dejarme preñado, le gritaba.



Si mi amor, yo te daré polla, te daré toda la polla que quieras y te dejaré bien preñado. Toma polla mi amor, toma polla, toma polla me decía, follándome y dándome polla a saco.



Yo sudaba y deliraba de gusto, por el gran placer que estaba sintiendo al ser follado por aquella enorme polla que no dejaba de abrirme el culo en canal.



Ya llevábamos unos buenos 10 minutos dándome por el culo, cuando me anunciaba su corrida. Ya viene mi amor, ya viene, ¡ooohhh me corro! ¡ooohhh me corro mi amor!



Y largando 5 grandes trallazos de semen, dejó mi culo preñado con su leche.



Dios que noche, era la tercera polla que me abría el culo, preñándome de leche. Pero esta polla no solo me había abierto y preñado el culo, este pedazo de pollón, me había abierto en canal, teniendo la sensación de estar totalmente poseído. Era una sensación de plenitud, como si mi cuerpo le perteneciera a aquella polla.



La verdad es que sí que me tenía bien empalado en aquella polla, aquel hombre. Se había corrido dentro de mí, y todavía seguía con aquel pedazo de rabo insertado en el culo, y no notaba que fuera aflojando. Seguía acariciándome y besando, sin sacarme el enorme pollón que me había incrustado en el culo.



Después de unos minutos de haberme preñado, y siguiendo estando empalado por aquella verga, mientras seguía torturándome con sus caricias, besos, lamidas y mordiscos por mi cara y pecho, sacó su enorme pollón de mi culito, tumbándose a mi costado, manteniéndome abrazado a él.



Dios, aquello no podía ser, seguía teniendo el enorme pollón totalmente erguido, como si no se hubiera corrido. Miraba para aquel pedazo de rabo, y no lo podía creer, parecía más grande que cuando me la había metido en el culo. No daba crédito a que aquello hubiese estado dentro de mí. No me extraña que me sintiera empalado y que me abrían en canal el culo. Sin dejar de mirar con asombro aquel enorme rabo que terminaba de estar dentro de mí, llevé mi mano acariciándolo, estaba resbaladizo y seguía duro y tieso como una vela el muy cabrón.



¿Te gusta? Me preguntó.



Giré la cara mirándole a los ojos, y sin dejar de acariciar su polla, le contesté tartamudeando, sí, sí sí me gusta.



No te asustes, me dijo al ver mi cara de asombro y tartamudez, aunque me haya corrido una vez, la erección se mantiene, puedo eyacular varias veces seguidas sin que se baje la erección.



Joder, aquello quería decir que me iba seguir dando por el culo. Pues sí que me iba hacer disfrutar, más bien me iba reventar el culito aquella verga. Aquel tío sí que me iba dejar bien preñado si tenía aquel aguante y era capaz de eyacular varias veces seguidas.



Ven, dijo tirando de mi brazo hacia él. Me rodeó con sus brazos echándome sobre su pecho, empezando a morderme el cuello mientras me decía, ya te dije que íbamos a disfrutar de tu hermoso culito, y que te iba hacer gozar, y eso pretendo, me decía pasando de mi cuello a los labios, y empezar a morderlos. Eres muy guapo, me gustas mucho, me gusta tu hermoso culito, tu cara y estos labios que están para comerlos, decía dándome mordiscos en ellos.



Dios como me encendía aquello, el cabrón aquel me ponía tan caliente, que parecía una brasa al rojo vivo. Empecé a morderle los labios y chupárselos, saboreando su boca con mi lengua, deseando que me volviera a meter aquel pedazo de enorme rabo en el culo, y me hiciera delirar de placer, hasta que me derritiera de gusto. Métemela, méteme la polla en el culo y fóllame otra vez, le pedía sin dejar de besar y comerle la boca.



Sí mí caliente y hermoso amorcito, me decía abriéndome las piernas con sus manos mientras me tenía sobre su pecho. Ahora quiero follarte mientras te sientas a horcajadas sobre mí, me dijo abriéndome el culo con sus manos. Anda siéntate a horcajadas sobre mí, y ve metiéndote la polla mientras te sientas.



Me puse cómo me dijo, y mientras él me abría el culo con sus manos, yo llevé la enorme polla a la entrada de mi ano. Me fui sentando poco a poco, mientras me iba entrando aquel rabo en el culo.



¡Joder! Ya estaba insertado en aquella verga de nuevo. Parecía que me iba salir por el ombligo aquella verga, estaba abierto en canal y empalado como un pincho moruno. ¡Dios que sensación de placer y gusto me daba estar insertado en aquella polla! Aquello me hacía suspirar y gemir de placer, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba mientras empezaba a subir y bajar sobre aquel enorme pollón. Cada vez galopaba a mayor velocidad, subía y bajaba gritando de tanto gusto que estaba sintiendo. Apoyé mis manos sobre el pecho de aquel semental que tanto me estaba haciendo gozar, y pellizcando y retorciéndole los pezones, me inclinaba buscando su boca con la mía. Al ver que no llegaba, puso su mano sobre mi nuca, y levantando su cabeza, empezó a besar y comerme la boca mientras yo me insertaba cada vez más su polla en mi culo.



Dios, sudaba como si estuviera en una sauna, mi polla goteaba semen salpicando en todas direcciones, y ya no podía más. Quedé sentado con la polla dentro de mí, y buscando de nuevo su boca, le decía que no podía más. Estaba agotado, llevaba más de 10 minutos subiendo y bajando sobre aquella verga, clavándomela en el culo.



Me abrazó a él mordiéndome los labios y besándome, y tirando con sus manos por mi culo, me sacó la polla, luego me dejó tumbado boca abajo, se puso de rodillas en medio de mis piernas, y levantándome por la cintura, llevó mi culito a su polla, metiéndola de una estocada, ¡ooohhh! Gemí de placer al notar entrar de nuevo aquel hermoso rabo que me daba por el culo. Me estaba dando por el culo prácticamente a 4 patas, solo que yo estaba con la cabeza y parte del pecho apoyado sobre el suelo.



¡Así mi amor! Así. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba dándome por el culo a todo trapo. Me estaba follando duramente aquel enorme pollón. Tenía el culo apunto de derretirse de tan caliente que estaba, y la polla y huevos, parecían el badajo de una campana cuando se bambolean haciéndola sonar, salpicaba semen en todas direcciones.



De pronto empezó a follarme más rápidamente, me movía agarrándome por la cintura, haciendo que mi culo pareciera una máquina de coser trabajando a toda velocidad, sin parar de gemir mientras me movía con sus manos, ¡ohhh, ooohhh ooohhh! Gritaba taladrándome el culo con aquel enorme rabo que me daba por el culo abriéndome en canal.



Solo se escuchaban nuestros jadeos y gemidos, y el ruido de su polla entrando en mi culo, chof, chof chof. Parecía una locomotora arrastrando de los vagones a toda velocidad.



Me corro, me corro empezó a gritar. Ya, ya ya, ¡ohhh me corro! ¡ooohhh me corro!



Noté como palpitaba su polla escupiendo todo su esperma, bañándome las entrañas y dejándome el culo preñado de leche.



Cuando terminó de eyacular, pegándome el culo a él y sin sacarme la polla, empezó a besarme por la espalda, mientras con sus dedos retorcía mis pezones. Estábamos sudando como cerdos, pero él seguía con la polla totalmente erecta, metida en mi culo.



Besaba mi espalda, me mordía el hombro y la nuca, mientras con sus dedos, retorcía los pezones y me acariciaba con su otra mano la polla y huevos.



Me tenía totalmente fundido y entregado a él. En esos momentos podía hacer de mí lo que quisiera. Estaba que deliraba de gusto, me había llevado al clímax del placer.



Después de unos minutos que me tuvo en aquella posición sin sacarme la erecta y enorme polla de mi culo, agarrándome por la cintura me fue levantando. Cuando me hubo levantado sin dejar de abrazarme, la enorme polla salió de mi culo, siguiendo estando totalmente erecta. Fue a buscar una silla de una de las mesas que había detrás de aquel mostrador, y arrastrándola por las ruedas, la dejó en medio del vestíbulo. Se sentó en ella llevándome a mí abrazado a él, y haciéndome sentar a horcajadas mirando para él.



Dios, aquello parecía imposible, seguía estando totalmente erecta la polla, y ahora me la estaba metiendo otra vez. Cuando volvió a empezar a entrar en mi culo, abrazándome a él, empecé a correrme mientras me iba metiendo la polla. Grité abrazándome a él, ¡ohhh me corro, ooohhh me corro, me corro!



Dios, me había corrido sin haberme tocado, fue empezar a entrar aquel enorme rabo en mi culito, y empecé a expulsar semen por mi polla. Le había bañado todo el pecho con mi semen, semen que le fui lamiendo, hasta habérmelo comido todo.



Con la polla enterrada en mi culo, me tuvo abrazado a él comiéndome y besando la boca, luego mordió y la mío y chupó mi cuello, teniéndome sentado a horcajadas sobre él con la polla enterrada en mi culo.



Aquel hombre era una auténtica máquina, pero no de follar, sino de hacer el amor. Porque aquello era algo más que follar, aquello era hacer el amor, pero el amor con mayúsculas.



Después de por lo menos tenerme así durante unos 20 minutos, nos pusimos de pie, y ahora llevándome hacia una de las ventanas que daban a la plaza de Pontevedra, colocó mis manos sobre el alféizar, y abriéndome las piernas e inclinándome un poco, volvió a follarme. Ahora me estaba dando por el culo, mientras yo miraba por la ventana para la calle.



Nada más colocarse detrás de mí abrió mis piernas colocándose en medio de ellas, me sujetó por las caderas, llevando mi culito hacia él. Tan pronto tuvo mi culito pegado a su pubis, metió El enorme rabo que tanto me estaba haciendo gozar aquella noche, en mi culo dando un movimiento a sus caderas. De un solo viaje me había enterrado todo el enorme rabo en el culo.



Empezó a meter y sacar la polla en mi culo a una velocidad y profundidad que me estaba haciendo delirar. Me hacía poner de puntillas cada vez que me la metía, haciéndome gritar de placer.



Si llega a ser más de día, cualquiera que pasase por la calle, podría ver perfectamente como me estaban follando. Aquello era algo excitante y que me hacía poner más caliente, solamente el pensamiento de que me vieran como me daban por el culo allí apoyado a la ventana, ya me excitaba y calentaba. Me gustaba que me exhibieran mientras me daban por el culo.



Con solo aquel pensamiento, y el masaje que me daba aquel rabo a mi próstata, me tenían delirando de gusto, aquello definitivamente me llevaba al clímax del placer.



Nunca había disfrutado tanto de una polla dándome por el culo. Y aquella noche como me había prometido, me estaba haciendo disfrutar de mi culo como nunca lo había hecho.



Después de al menos 15 minutos allí dándome por el culo, empezó a gritar que se corría.



Me corro, me corro, ¡ooohhh me corro mi amor!



¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba mientras iba eyaculando dentro de mi culo derramando su semen por mis entrañas.



Cuando ya no salía ni una gota de esperma más, mordiéndome la nuca y meneándome la polla hasta que volvió a salirme unas gotitas de semen por ella, haciéndome temblar las piernas y gritar de placer, ¡ohhh me corro, me corro! ¡ooohhh me corro!



Dios, estaba temblando como un corderito cuando lo llevan al matadero. Ahora sí que ya no podía más.



Me sacó la polla del culo, y dándome la vuelta, me abracé a su cuello, haciendo que me besara, hasta que me dejó los labios hinchados y enrojecidos.



Le dije que ya no podía más, que estaba totalmente reventado.



Sí mi amor, ahora nos vamos a asear y vestirnos, Otro día si quieres volvemos a quedar, y repetimos lo que hemos hecho hoy.



Nos aseamos y vestimos, y por supuesto que quedamos para otro día, y otro y otro, y así estuvo dándome por el culo, durante algo más de un año, hasta que se fue a vivir a California.



Ese día sí supe lo que era hacer el amor, y enamorarse, ese día sí que fui inmensamente feliz.


Datos del Relato
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