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Historias de oficina (Temporada 2 Capítulo 1)

Cinco años atrás



Mariza



Mis piernas temblaban como si de una gelatina se tratase. Las tres pruebas de embarazo estaban frente a mí – positivo – ¡Que emoción! Una simple palabra representaba lo mejor que había pasado en la vida. Todo comenzaba de nuevo, ya no había enemigos ni homicidas mafiosos o mercenarios, sólo estábamos nosotros dos... bueno en realidad nosotros tres. Salí corriendo con todas mis energías, parecía que mi cuerpo la producía en cantidades industriales. De una sola vez recorrí toda la mansión me crucé con Michael que salía del despacho con su elegante traje nuevo.



- Srta. Marq.... perdón Sra. Vask buenos días



No me resistí, lo abracé con todas las fuerzas que mis brazos tenían. Le di las gracias una y mil veces diciendo que tenía algo muy importante que decirle pero que debería esperar hasta más tarde. Se resignó fácilmente con su típica actitud de hombre superado y se fue dando un beso en mi mejilla. Miré hacia atrás antes de entrar en el despacho – suerte – grité levanto la mano, pero no se dio vuelta.



Abrí la puerta entrando rápidamente a la habitación.



- Mi amor – grité, levanto un dedo mostrándome que estaba al teléfono



Tras cinco minutos colgó, era hora. Sin palabras sólo lo abracé, nos dimos un tierno beso y volví a abrazarlo, paso el tiempo, aunque realmente no sé cuánto. Era como si el universo se hubiera detenido para nosotros.



- estoy embarazada – dije emocionada.



De repente me soltó. Tomo asiento y dio una bocanada de aire ¿Mala señal? Imposible, era algo que habíamos deseado siempre, pero no dijo nada, ni una palabra por mas de cinco minutos. Me estaba destrozando.



- ¿No te pone feliz? – pregunte dando la vuelta a su escritorio – mi amor…



- Embarazada… – repitió



- ¿No piensas decir nada? – dije mirándolo



- ¿Qué quieres que diga?



- No te entiendo, realmente no te importa.



Di media vuelta tratando de contener las enormes ganas de llorar que me invadían, le dediqué una última mirada, ni siquiera se había movido.



- De verdad no te importa – dije por fin dejando que las lágrimas recorran mis mejillas – luego de tanto batallar, de tanto sufrir, de enfrentarnos a la mierda mas asquerosa de este mundo no te importa.



- ¿Por qué me estás haciendo esto?



- Haciéndote esto… – susurre casi sin fuerzas – fue…algo que paso. También me tomo por sorpresa ¡me hice tres pruebas de lo asustada que estaba!



- Quiero un ADN – respondió sin que se le moviera un solo musculo de la cara.



- ¿Qué estás diciendo?



- ¿Como se que es mío? – dijo con voz fría e insensible – puede ser de Michael, no puedo estar seguro cuantas veces te revolcaste con él



Ese fue el momento donde algo se rompió dentro de mí. Sentí como si me estuvieran arrancado una parte de mi sin poder hacer nada ¿sentía acaso mi bebe todo el dolor que estaba experimentando en ese momento? No quería que fuese así.



- ¿me pedirás que me deshaga de él? – dije abrazando mi vientre



- Puedes hacer lo que quieras con eso.



“Eso…Eso” la palabra daba vuelta a mi cabeza, una y mil veces. Di una ultima mirada a sus ojos que se mantenían fríos, presionando contra mí. Desearía poder destrozarlo con algo que rasgara su interior, poder destruirlo justo como el estaba haciendo. No pude, me fui, hundiéndome en las tinieblas más oscuras y deprimentes.



Eva



Llevaba solo un año al frente de la compañía, los números estaban al rojo, estábamos al borde de declararnos en banca rota ¿había hecho mal las cosas? Claro que no, la empresa tenía cientos de deudas y todas estaban por vencer.



- Pero por favor…. Hay gastos que no entiendo. Cien mil dólares en bienes de lujo no remunerados ¿Qué mierda es eso? – grite todavía más desconcertada.



- Putas – dijo sin filtro la Sra. Hudson.



- Sra. Hudson le juro por mis padres que desconocía todas estas cosas, de verdad…es que… ¿una cuenta en New York? Deudas de juegos en Nevada, Atlantic City, Mónaco ¿una hipoteca sobre nuestros galpones secundarios? De donde ¿un auto de lujo en Alemania?



- Eso parece ser reciente



- Por favor – dije largándome a llorar sobre los papeles.



- ¡Niña basta! – dijo dándome una cachetada – no puedes rendirte, te necesito.



- Lo siento – me limpié como pude las lágrimas con la manga de mi camisa y me dispuse a escucharla.



- Todas estas deudas, son recientes. Algunas vienen desde hace mucho tiempo ¿Quién tenía acceso a las cuentas de la compañía?



- Bueno… Víctor, Lorena, la madre de Víctor, La Junta y Alex.



- ¿Quién mierda es Alex?



- Ohh…perdón. Alexander Vask…el hermano menor de Víctor



Pensó durante unos segundos haciendo un gesto de asco.



- Ya sé quién es. Siempre me pareció que era un imbécil, desde el primer instante en que lo vi.



- A mí me tomo un poco más de tiempo darme cuenta – susurre



- ¿Qué?



- Nada, no importa.



- Eva, necesito que llames inmediatamente a nuestros abogados. Organiza una reunión urgente y convoca a La Junta.



- De inmediato Sra. Hudson.



Víctor



Sencillamente no entendía a mi bella durmiente, jamás en mi vida me había sentido como me sentía cuando estaba con ella. Si tan solo pudiera explicarlo en palabras que no me hicieran parecer un idiota tal vez podría comprenderme.



Se había ido nuevamente llorando, fue algo que me helo por completo la sangre y me dolió más que su cachetazo ¿la había perdido finalmente? No quería que fuera así. Había batallado mucho para volver a tenerla, no dejaría que se vaya por el simple hecho de un error.



Mire el vaso de whisky una vez más, el delicioso liquido desapareció casi de inmediato. Mire su vaso, ni siquiera había tomado el primer sorbo, solo me observaba.



- ¿No bebes?



- Solo en muy raras ocasiones – replico.



- ¿Qué voy a hacer? – dije angustiado



- ¿Qué piensas que hay que hacer? – respondió él



- Siempre me parece que tienes todas las respuestas, como si pudieras anticiparte a los hechos cada vez que se presentan frente a ti.



- ¿esperas que te diga gracias?



- No es lo que esperaba que me dijeras.



- No, quieres que te diga que piensa Mariza, te odia.



- ¿Tanto así?



- Es lo que dice.



Michael me observo durante unos segundos, su mirada fría y tranquila parecía ser en todo momento infranqueable.



- Supérala ya Víctor, ríndete, déjate caer.



Se levanto de su asiento y una vez más puso una medida en mi vaso.



- ¿Vale tanto la pena?



Observe el vaso durante unos segundos y luego a sus ojos.



- ¿Lo vale? – repitió la pregunta.



- Si, lo vale. Ella vale la pena.



- ¿Qué haces destruyéndote solo entonces?



- No lo sé – dije llorando por fin – no puedo evitarlo



Me cubría el rostro ocultando mis lagrimas… de Michael, de la vida, de mi ¿quién me hacía avergonzar?



- Víctor – comenzó diciendo – en lo que a mí respecta solo tienes dos opciones - tomo su vaso e inclinándolo dejando que se derrame sobre la alfombra – puedes quedarte solo en la oscuridad de tu despacho, llorando, avergonzándote de ti mismo o aceptar que tienes un problema, buscar ayuda y levantarte para seguir peleando por lo que quieres.



Tomo mi vaso vacío observando sus detalles, lo dejo nuevamente sobre el escritorio y tomo su abrigo.



- Sabes… en la vida hay dos clases de cobardes. Los que se arrepienten de tomar decisiones y los que ni siquiera se atreven a tomarlas.



Capitulo Uno



Las dos bandas se reunieron en el gran galpón abandonado que habían elegido.



- No veo nada, cámara dos – ordene a uno de mis hombres en los controles.



La señal era bastante buena. Mi informante había hecho las cosas bien, nos dio el tiempo de colocar al menos tres cámaras. Pareciera que es muy poco, pero puestas en lugares estratégicos resultan imprescindibles.



De un lado Julio Gadin cabeza de la mafia de los analgésicos. Sus pastillas eran casi perfectas imitaciones de los medicamentos oncológicos salvo por una pequeña cuestión, eran simples placebos. Lo que lógicamente no evitaba que recibiera ganancias millonarias día a día.



Entrando por la otra puerta se encontraba Emilio Santos, uno de los principales contrabandistas del mundo, sus redes se extendían desde Brasil hacia cualquier parte del mundo con enclaves principales en Budapest y Dubái. Ya me había encontrado antes con él, fue aliado de Sara en todo ese desastre y su casa sirvió para mantener cautiva a Mariza.



Resulta un poco obvio tener que mencionar que las conexiones políticas y económicas de estos dos tipos les garantizaban inmunidad casi total.



- Acercamiento por favor - ordene



- Si, Señor.



- ¿Equipos listos? -pregunte por el intercomunicador.



- Alpha, listo.



- Beta, listo.



- Gamma, listo



- Delta, listo



Respondieron cada uno de ellos en el orden preciso. La alerta naranja de INTERPOL había sido ya emitida. Tras dos años de investigación por fin los tenia



- Equipo Alpha – comencé diciendo – diez segundos y contando, luz verde, repito luz verde.



- Si señor.



Los poderosos portones de los galpones donde se llevaba a cabo la reunión volaron por los aires al momento que los agentes ingresaban, una gran balacera se creó al momento que intentaban huir despavoridos.



- Equipos Beta y Gamma, luz verde.



- Señor – respondieron simplemente.



Ingresando por los portones oeste, como una gigantesca pared de escudos policiales cortaban el escape del lugar, fueron finalmente ellos los que aseguraron el cargamento valuado en más de mil millones de dólares.



- Equipo Delta su turno entren.



- Si señor.



Tardaron más de lo que hubiera creído en abrir el techo hasta que por fin bajaron a plena acción, se libraron ataduras y avanzaron en conjunto con los equipos restantes.



Momentos después recorrí las ruinas que había dejado la balacera



- Capitán



- Señor – dijo saludando



- ¿Heridos?



- Tenemos heridos en todas las divisiones, pero no tenemos bajas – respondió de inmediato – aseguramos el cargamento.



- Olvida el cargamento, que todos los agentes sean atendidos lo más rápido posible.



- De inmediato señor – logro decir antes que siguiera mi camino.



Gadin resulto muerto en el enfrentamiento mientras que Santos por el contrario salió casi ileso, bueno así sería si no fuera por el disparo en su pierna. Ahora sentado sobre el capo de uno de los autos incautados mis hombres lo tenían en custodia mientras le daban la asistencia médica correspondiente. Me acerque con tranquilidad y le dedique una sonrisa.



- ¿Cómodo Sr. Santos?



- Ahh Sr. Michael… mucho, sabe no puedo dejar de pensar en el gran progreso que ha hecho.



- Gracias – respondí.



- En cierto modo también es de admirar. De Mercenario a Jefe de la INTERPOL en tu país, que gran historia. Parece un cuento de hadas – comento riendo.



- No lo había pensado así – dije riendo al mismo tiempo.



- Si, supongo que sabes que saldré en menos de un mes.



- No en mi jurisdicción – dije sonriendo.



- Piensas que eres muy superior al resto ¿cierto? – dijo acompañando mi sonrisa – piensas que puedes terminar con todas las redes que se crucen en tu camino, así como así ¿no?



- Abra que ver como salen las cosas – respondí simplemente.



- Solo será cosa de encontrar alguien que sirva para mis propósitos, tengo puntería para encontrar gente así, sobre todo jueces. Ese es mi talento – dijo mientras comenzaba a reírse.



Acompañe su risa mientras colocaba mi mano sobre su herida y apretaba con fuerza, su sonrisa pronto se extinguió dando paso a muecas de dolor.



- Si lo logras intenta que no nos volvamos a ver, yo también tengo puntería para encontrar gente. Ese es mi talento, pero cuidado no pienso entregarte dos veces a la justicia.



Con la detención de Santos todas las miradas quedaron sobre mí, todo el mundo preguntaba constantemente que pasaría con él. Por un lado, se hablaba de una posible extradición directo a Brasil, sin embargo, también la justicia de los EE. UU. lo requería. Por lo que hasta no se resolviera ese conflicto permanecería en el país bajo custodia de la Policía Federal.



Sentado en mi oficina observaba la información de los distintos casos, la puerta de mi oficina recibió dos golpes.



- Adelante – dije sin dejar de leer.



Uno de los capitanes entro al lugar saludo respetuosamente y luego simplemente espero a que terminara de leer.



- ¿En qué puedo ayudarlo capitán? – dije cerrando la carpeta.



- Señor, están llamando desde los Estados Unidos ¿Qué se supone que deben decirle?



- Que no es problema mío – dije abriendo nuevamente la carpeta.



Ese mismo día Mariza llegaría al país, se suponía que debía ir a buscarla, estaba contento por verla de nuevo. El escandaloso teléfono sobre mi escritorio comenzó a sonar, rápidamente lo atendí encontrándome con la voz de mi secretaria.



- Sr. Michael disculpe que lo moleste nuevamente, el ministro de seguridad está en la línea dos.



- Dígale que estoy ocupado.



- Si, pero señor es la tercera vez que llama.



- Bien – conteste dejando escapar un suspiro – comunícame.



Tener que hablar con gente tan desagradable era algo que sencillamente me ponía de muy mal humor, tener que escuchar que me felicite por algo que su gestión tendría que tener como prioridad me parecía bastante patético, considerando todo el circo que los medios hacen con la famosa guerra a las drogas. Tan pronto pude colgué el maldito teléfono, cerré todos los expedientes y me retiré. No tenía ganas de ponerme a leer sobre mas crímenes.



Tres veintisiete de la madrugada, el momento del reencuentro había llegado. Observé la fila de gente hasta que por fin la vi, su cara de repente se llenó con una sonrisa y saludo con una mano de manera muy alegre, asentí tranquilo sonriendo. La chica simple que antes fue había desaparecido, ahora con una enorme fundación con su nombre, un escandaloso divorcio y fama mundial debía adaptarse de manera casi continua.



Me acerque hasta donde estaba ella tomando una de sus manos y dando un pequeño beso sobre ella.



- Srta. Márquez – dije mirándola a los ojos – estoy contento de verla nuevamente



- Lo note por tu expresión – respondió risueña – ¿No vas a abrazarme?



- Debemos irnos antes que los paparazis comiencen a llegar.



Asintió con la mirada triste, nos dirigimos hacia el estacionamiento, le abrí la puerta y comenzamos el viaje hasta nuestra casa. Desde que Mariza se había separado de Víctor las cosas se habían complicado por lo que decidimos vivir juntos, podría protegerla y ella podría hacer de cuenta que era una persona normal de nuevo.



- Estoy totalmente ansiosa de ver a Ana – comento apenas subimos al vehículo – ¿Pregunto por mí?



- Hable con Víctor ayer en la noche, dijo que Ana preguntaba por ti y lloraba.



- ¡Vamos a buscarla ahora! – grito de repente



- De ninguna manera, necesita descansar y tú también ¿pudiste dormir en el avión?



- Ni un minuto – contesto



- No hay más que discutir entonces.



Mariza se había metido con gente muy poderosa, recibíamos amenazas prácticamente todos los días, pero jamás ocurrió nada.



Cenamos algo sencillo que habíamos preparado juntos antes de irnos a dormir. Mi habitación era la que más espacio desperdiciaba, constaba de una cama de dos plazas, dos mesas de noche, un escritorio sobre el cual estudiaba mis casos y un pequeño chifonier para mi ropa. Me acosté envolviéndome en las blancas sabanas y casi al instante me dormí.



Me vi rodeado de un mundo que hacía mucho que no contemplaba, era un niño de nuevo. Corría por una calle totalmente desierta, la lluvia caía sobre mí, a lo lejos podía ver a mi madre, realmente era ella. Había vuelto a buscarme, me esperaba con los brazos abiertos acompañado de una enorme sonrisa.



- Mamá espérame por favor.



- Corre – me decía, mientras me daba la espalda.



- Mamá, no te vayas – grite con las fuerzas que tenía.



Me desesperaba cada segundo, estaba tan cerca de tocarla, pero de pronto se evaporo. Mire para todos lados llamándola una y mil veces. Desperté de repente, miré para todos lados tratando de adivinar donde me encontraba, tras unos segundos me calme y camine Sali de mi habitación. Sin apenas saberlo me dirigí hacia la cama de Mariza donde me acosté, acaricié suavemente su rostro mientras por mi mente todavía pensaba en ese extraño sueño, sus ojos se abrieron. Se asusto en primer momento hasta que se di cuenta de que solo se trataba de mí.



- ¿Tuviste una pesadilla acaso? – rio suavemente adivinando la causa.



- Parte de mi pasado, nada más.



- ¿Quieres contarme?



- No es importante, discúlpame por despertarte.



- Ven – dijo dándome un beso



Me rodeo con sus brazos y se quedó dormida prácticamente al instante – a la mierda la excusa para estar acá – comente mirando techo, los minutos pasaban mientras por mi mente pasaban todos los problemas que tenia que resolver.



Desperté de repente Mariza todavía no se despertaba ¿Cuántas horas dormí? Me levanté sin despertarla, fui para mí habitación y comencé a preparar mi bolso para poder ausentarme algunos días. La puerta recibió dos suaves golpes.



- Adelante – respondí.



- ¿Sigues con insomnio?



- No necesito dormir tantas horas como tu



- Según tengo entendido todas las personas necesitan dormir ocho horas para tener un sueño reparador y una vida saludable.



- Tengo muchas cosas para hacer.



- Podrías pedirle a alguien que te reemplace unos días y nos tomamos unas mini-vacaciones



- No creo que sea para tanto mi ausencia. Mi vida se convirtió en algo insignificante.



- ¿nos hubiéramos conocido si los IAF todavía existiesen? – pregunto mirando a través de la ventana que ofrecía mi cuarto.



- ¿Porque lo preguntas?



- Conocerte cambio mi vida…no, conocerte salvo mi vida. De no ser por ti, estaría en un burdel asqueroso siendo violada una tras otra o me hubieran asesinado y desechado en algún descampado.



- No pienses así – la amoneste



- Es la verdad.



- Soy importante para ti, salve tu vida, ayude a terminar con Sara, liberar a cientos de mujeres.



- ¡Eso es increíblemente importante!



- Yo era más. Era el capitán de la Intenational Assault Force, comande a los hombres más capacitados y entrenados que el mundo jamás vio. Ingrese en lugares considerados inexpugnables.



- Lastima que para el resto del mundo no existieron – dijo mirándome fijamente – nadie supo, sabe o sabrá que existieron.



Me quede pensando en sus palabras, simplemente era verdad, se acercó abrazándome con fuerza.



- ahora estas en un puesto importante también – comenzó diciendo – eres importante, para mí, para Ana, para tus hombres. Puedes cambiar el mundo y enorgullecerte de tus logros.



- Es una forma de verlo, pero simplemente no lo conoces. No conoces el sabor de la aventura y el riesgo.



- Cuéntamelo, cuéntame una de tus aventuras.



Según los informes proporcionados por los agentes del M16 debíamos intervenir en la situación que se había generado en Singapur. Desde hacía más de medio año el país había comenzado a cerrar acuerdos con distintos proveedores en un intento de conseguir uranio enriquecido y comenzar un programa nuclear con el que pensaban desarrollar misiles de largo y corto alcance.



Era algo totalmente ridículo pensar en la paz o en los derechos humanos que sin duda romperían para mantener todo en secreto, la razón era mucho más simple, hegemonía. El Reino Unido y sus aliados no dejarían bajo ningún punto de vista que avanzaran en la búsqueda de armas de destrucción masiva. El plan era el siguiente, deshacernos del primer ministro y frenar todo con su sucesor, pero el plan salió mal. El objetivo salió gravemente herido, pero vivo.



Camine por los blancos pasillos del hospital general de Singapur, todo el cuarto piso había sido acordonado para alojar al primer ministro, ingresamos en los registros del hospital y robamos la identidad de uno de sus doctores. El paso dos consistía en llegar hasta él y terminar el trabajo, atravesé los controles y pinchando el suero a la altura de la intravenosa dando por cumplido el objetivo, desconecte todos los aparatos y me prepare para salir de la habitación justo en el momento que dos guardias entraron. Tome el pulso de mi objetivo y espere alguna clase de oportunidad, los guardias se acercaron. Me hice a un lado dándoles espacio y en un solo movimiento sujeté la cabeza de uno de ellos rompiéndole el cuello. El otro retrocedió dos pasos listo para dar la alarma, rápidamente me adelante a su idea con un golpe certero sobre su cuello rompiendo su tráquea. Se arrodillo con las manos en su cuello tratando de mantener su laringe abierta, le di una muerta rápida y acomodé los cuerpos sobre unas sillas cercanas. Abandone la habitación, salude al resto de los soldados y me dirigí hacia las escaleras, consulte mi reloj por segunda vez. Todo iba según el plan, comenzaron a sonar las alarmas del hospital, tardaron menos de lo que imaginaba, llegue a la azotea. Observe desde arriba como el edificio era completamente rodeado por decenas de patrullas. Pasaron unos segundos hasta que el helicóptero prometido llego, atravesamos el estrecho de Johor donde protegido por la oscuridad de la noche me tire al agua. Nade hasta Palau Ubin, la isla al noreste de la ciudad. Me cambie de ropa y llegue hasta el otro extremo de la isla donde ya me esperaban para trasladarme a Malasia. Una vez ahí la diversión se terminó, asumí otra identidad y viajé como si fuera un simple turista a la ciudad de Nom Pen capital de Camboya y de ahí a Londres.



- Y ahora estoy acá – agregue – firmando papeles, soportando a personas estúpidas o simplemente no haciendo nada.



- Podrías intentar un hobby – sugirió mariza



Me causo gracia la sugerencia, algo que ella noto de inmediato haciendo una mueca molesta – ¿un hobby? – agregue



- Podrías hacer algo que te ayude a combatir el stress



- No estoy estresado estoy aburrido.



- Claro, nada más divertido que matar gente para sentirse vivo ¿no?



- Dicho de esa manera podría llegar a sonar mal Srta. Márquez – termine de poner las cosas en el bolso cerrándolo rápidamente – nos veremos en dos días.



Sonrió en forma tranquila guiñándome un ojo, el hecho de despedirnos lo hacía tedioso por lo que habíamos dejado de hacerlo. Tras pocas horas llegue a la reunión con el consejo de disciplina de INTERPOL, según ellos había llegado el momento de hablar con más seriedad e investigar si realmente debía permanecer en mi cargo.



Todo se fue al demonio por un pequeño favor que acepte hacer, según los informes se estaba organizando un atentado a la embajada chilena, debía llegar allá antes y convencer al embajador de acompañarme a un lugar seguro, pero como siempre suele suceder en este tipo de cosas los informes eran escasos en información. Llegue con un grupo de hombres fuertemente armados y sacando mi placa los obligue a abrir las puertas, una vez adentro me dirigí a la oficina principal.



- ¿Quién es usted?



- Michael Sellers jefe de la oficina nacional de INTERPOL. Tenemos que irnos ya.



- Escúcheme calmémonos. No he recibido ningún informe al respecto ni ordenes que confirme nada de lo que tú me dices.



- Señor embajador… todo esto me parece muy bien, pero la información es confidencial para mantener el orden y evitar el caos.



- Yo no me voy a mover de acá sin información confirmada.



- Sr. Embajador respeto lo que dice, pero esto no es una consulta sino una orden



Su cara cambio de inmediato poniéndose completamente roja, comenzó a los gritos mientras me golpeaba el pecho con sus débiles dedos acostumbrados a no hacer nada.



- Mira weón, esta es mi pega y yo sé todo lo que debo hacer. No voy a dejar que un militar fachista hijo de puta me dé órdenes.



- Le doy la última advertencia. Viene conmigo o lo llevo a la fuerza.



Me quedo mirando con sus ojos clavados en los míos mientras respiraba de forma agitada, tal y como lo había pensado decidió golpearme. Rápidamente evite su ataque tomándolo de su fino traje golpeando mi cabeza contra la suya, al soltarlo simplemente se desplomo semi inconsciente mostrando un evidente mareo.



- ¡Sebastián! – grito su esposa.



- Señora tranquilícese su esposo está bien, solo algo mareado.



- Usted es una mierda, un parasito del sistema, lacra de esta sociedad ultra derecha llena de hijos de puta.



- Señora respetare su odio en este momento, pero tiene cinco segundos para acompañarme de forma voluntaria.



La discusión termino básicamente ahí, luego de eso salimos del edificio usando un helicóptero propiedad de los carabineros de Chile llegando rápidamente a un cuartel, una hora después nos informaron que habían intentado volar por los aires la embajada, aunque finalmente fueron abatidos. Tras unos pocos días el embajador volvió a su país para dar las explicaciones correspondientes.



- Y… bueno básicamente eso fue todo – dije ante el consejo.



- Pero usted – comenzó diciendo un concejal – ¡es un demente!



- Tenía que cumplir con mi objetivo, si no hubiera tomado esa decisión en este momento el embajador estaría muerto.



- Momento – interrumpió otro de los concejales – deberíamos revisar los otros casos que manejo el acusado,



- Acá los tengo – agrego el presidente de consejo – veamos… en los casos en los que ha decidió participar han resultado muertos muchos de los criminales que se suponía que debía atrapar. Ha golpeado, reprimido y atacado a mucho de los agentes bajo su cargo.



- Con respecto a eso debo agregar que fue con el fin de mejorar la calidad de los agentes que nos representan.



- Recibió decenas de denuncias de sus agentes ¿tomar y asesinar gente dentro de la catedral?



- Fue para proteger al obispo.



- Usted ingreso a la casa de Dios armado y asesino gente a los pies de nuestro Señor – salto otro concejal, sin duda creyente.



- No se preocupe fui en un momento que él no se encontraba o por lo menos así me pareció.



- ¡Blasfemo ignorante!



Golpeo con fuerza la mesa mientras por mi parte mantenía mi sonrisa. Como había pensado tenía razón, duda resuelta. El consejo se retiró, calculo que abrían pasado por lo menos media hora cuando regresaron tomando asiento.



- El acusado de pie – comenzaron diciendo – este honorable consejo disciplinario ha decidido suspenderlo de sus tareas durante un mes completo, asignándole un agente que se encargue de vigilar sus movimientos e iniciar inmediatamente sesiones con la Dra. Cecilia Lamberg hasta que ella considere retirarlo de su programa. se levanta la sesión.



Mariza



Cerré los ojos tratando de dormir, la imagen de Ana venia nuevamente a mi mente. Tenia ganas de saltar de la cama y correr a buscarla, pero también era cierto que llevaba muchas horas sin dormir.



Cuando me enteré de que había quedado embarazada fue el momento más feliz de toda mi vida, podía sentir como mi corazón latía con tal fuerza que estaba a punto de salirse de mi pecho. Tras comentárselo a Víctor quedé… destruida, la poderosa energía que corría por mis venas se había evaporado con tanta facilidad que me costaba creer que fuese cierto. Sin nada más que lo que llevaba puesto en ese momento salí de la mansión – ¿Está pasando esto realmente? – pensé mirando a los cielos ¿después de todo el dolor sigue más dolor? No quería que fuese así. Me acerque a los enormes portones de la propiedad encontrándome con la seguridad q me miraba sonriente.



- Buenos días Sra. Vask – dijo uno de ellos



- Buenos días – respondí sin ánimos



- ¿Sra. Mariza necesita que la llevemos a algún sitio?



- No, gracias chicos. Solo abran el portón.



Las pesadas puertas comenzaron a abrirse hasta que por fin la salida se mostró ante mí. Me di vuelta dando una rápida mirada a la mansión.



- Sra. Vask – dijo alguien – ¿quiere dejar un mensaje para el Sr. Vask?



- Dígale… – pensé durante unos segundos – no, no le digas nada.



Una suave y fría brisa de aire ingreso por mi boca hasta mis pulmones – ¿Un nuevo comienzo? – pregunté dentro de mi mente mientras miraba hacia la lejanía – claro – me respondí a mi misma.



Me dirigí hacia la primera parada de autobús que encontré, me subí, pagué mi boleto y me senté sola en uno de los últimos asientos.



- Hola – dijo una voz inocente en algún momento del viaje.



Era una niña de negros cabellos y ojos grandes color almendra, no debería tener más de diez años, ocho tal vez. Me sonrió con tanta naturalidad, la imite mostrándole la mejor sonrisa que tenía en ese momento.



- Eres muy hermosa – dijo con una sonrisa.



- Tú también lo eres – dije acariciando su mejilla – ¿Cómo te llamas?



- Sara – respondió



Un gusto amargo recorrió mi boca, volví a sonreír mirándola a sus enormes ojos. Ese nombre ahora tendría un significado mucho más hermoso. Se subió rápidamente al asiento ubicándose a mi lado.



- ¿Dónde está tu mami? – le pregunte.



Me señalo a unos asientos más adelantes donde una pareja discutía, no pude evitar hacer una mueca de disgusto, la miré nuevamente a ella sonriéndole.



- Siempre pelean – me dijo – cosas de grandes.



“Cosas de grandes” debía ser el sinónimo de cosas de dinero. La pareja finalmente se percato que su hija se había alejado mucho, se pararon juntos mirando para todos lados. Levante mi mano señalándola. Abrazaron su hija pidiéndome perdón si me había molestado – para nada respondí simplemente.



Michael se había ido, tenía la casa sola por dos días, bueno…sola. Eso podría decirse si no hubiera mucamas, cocineros, mayor domo, ama de llaves, chofer y vigilancia. Siempre intentaba poder contratar a la mayor cantidad de gente posible, era una forma de generar puestos de trabajo. Tras la caída de Sara mi vida debería haber sido un enorme colchón de rosas ¿podía ser completamente feliz? – por supuesto que no – le respondí a mi mente una y mil veces ¿Cómo podría ahora que sabía cuál eran las condiciones y el destino de todas esas mujeres? Tras el divorcio quería olvidarme de todo, no quería saber de nada que tuviera que ver con él, pero luego pensé – tomare el dinero que me corresponde y hare la diferencia – ahora cinco años después, tras pelear contra todos los obstáculos que se pusieron frente a mi por fin puedo decir que es algo de que estar orgullosa, saber que no mire simplemente para otro lado y continúe con mi vida. Durante solo el primer año prestamos ayuda y hospedaje a mas de ochocientas mujeres de todos los rincones del país, los medios estallaron en elogios o en recriminaciones acerca de cómo estarían esas chicas, nuestras instalaciones, alimentación, higiene…etc. ¿ayudaron alguna vez ellos a alguien? Si hay algo que siempre me molesto fue la hipocresía sea quien fuere. Con la red cayendo y cientos de prostíbulos siendo cerrados no solo a nivel nacional sino en los países limítrofes había muchas mujeres que necesitarían ayuda, no solo para volver a sus hogares. Sino para reinsertarse en la sociedad, poder confiar, poder creer que la pesadilla por fin había terminado.



Contemplé la enorme fachada del edificio, con un estilo gótico que recordaba las hermosas calles de un París renacentista, la sede de la Fundación Márquez lucia imponente. Se elevaba sobre los demás edificios circundantes como si fuera un enorme y bullicioso centro urbano.



Seguida por una hilera de tediosos y molestos guardaespaldas ingrese en la sede, de todos lados comenzaron a venir para poder saludarme. La fundación ya no sólo servía para darles apoyo a las chicas cautivas, nos habíamos extendido tanto en las tareas solidarias que ahora prestábamos ayuda a hospitales y orfanatos, llevando comida, medicamentos, ropa o lo que sea necesitasen. Ese día un pequeño grupo del orfanato Nuestro Señor fue a buscarme para poder agradecer por todo lo que hacíamos por ellos. Fabricio, un niño de apenas cinco años corrió a abrazarme llevando algo en su mano, apenas puede verlo antes que un fuerte empujón lo derribará tirando lo que fuera que llevará volviéndolo añicos. El salón se enmudeció solo a excepción de los llantos del pequeño, me di vuelta furiosa echando a cada uno de mis guardaespaldas casi a patadas. Fabricio todavía lloraba en el suelo cuando me acerque a él, lo que lo que llevaba consigo era una pequeña jirafa de arcilla rota a su lado, lo tome en mis brazos mientras lloraba contra mi pecho pidiendo perdón por dejar que se rompiera.



- No importa, era una hermosa jirafa – le respondí.



Sus ojos se llenaron de alegría abrazándome, su respiración era agitada e irregular, pero al menos ya no lloraba, lo baje al suelo acomodando su ropa.



- ¿Quieres acompañarme a recorrer la fundación? – dije tendiendo mi mano.



Asintió totalmente entusiasmado tomándola. En una de las tantas entrevistas que me han hecho dije que la jirafa era mi animal preferido por lo que desde ese momento me la envían como regalo. Aunque realmente no lo había dicho por eso sino para iniciar una campaña para la conservación de miles de hectáreas que mas tarde fueron convertidas en áreas protegidas.



A pesar de que la fundación prestaba ayuda a distintas causas benéficas nuestra atención estaba puesta mayormente en las chicas que habían sido victimas de las redes de trata, el enorme centro contaba con habitaciones individuales cada una con un pequeño baño privado. Esto último era para volvieran a sentirse seguras, las habían despojado de toda privacidad y dignidad por lo que muchas veces era tomando como un lugar seguro donde podían sentirse… a salvo. Mas allá de eso contábamos con equipos de psicólogos que hacían rondas de ocho horas por lo que la atención estaba siempre presente, se las alentaba a trabajar ya sea dentro de la fundación para las recién llegadas o fuera para las mujeres en programas más avanzados.



Al caer la noche la reunión con los representantes del orfanato termino, Fabricio estuvo todo el día pegado a mí, por lo que en ningún momento soltó mi mano salvo cuando se despidieron. Me dirigí hacia mi oficina cuando dos policías me detuvieron.



- Buenos noches – dije llena de dudas.



- Buenos noches Srta. Márquez – dijo uno de ellos mirándome fijo a los ojos.



- ¿En qué puedo ayudarlos caballeros?



- Somos de la Policía Federal – dijo al momento que sacaba su reluciente placa para guardarla rápidamente – ¿podría acompañarnos?



- Por supuesto – dije aclarándome la garganta – ¿Ocurre algo?



- Solo unas preguntas



- ¿Porque no podemos hacerlas aquí mismo? – interrogue



- Nuestros superiores insisten en que la llevemos con nosotros, por favor no se resista.



Mordí mis labios tratando de no parecer nerviosa, accedí que me escoltaran hasta afuera donde un brillante auto de color negro nos esperaba. Lo mire sintiendo una mezcla entre confusión y dudas ¿Por qué no era una patrulla? Un frio recorrió mi espalda al momento que mis sentidos se agudizaban – ¡Atenta Mariza! – grito algo dentro de mí, vestían como oficiales, hablaban como ellos, pero no tenían patrulla, ni esposas, ni radio ni armas ¿los agentes federales no deberían tener armas reglamentarias? Podría ser que las hubiesen dejado en su vehículo… no tenía lógica.



- Suba – ordeno el segundo agente



Observe el vehículo, luego a cada agente. Hubo una pequeña competencia de miradas entre los tres, recordé la cámara que vigilaba la entrada de la fundación, ante cualquier cosa Michael seguramente podría rastrear el auto. Subí sin demoras, pero sin perder atención a cualquier gesto. Recorrimos la ciudad hasta prácticamente la zona centro.



- Disculpen – comencé diciendo – no hay ninguna comisaria por esta zona.



- Es una ruta especial Srta. Márquez. Es una persona especial, debemos mantenerla segura.



Las palabras me convencían, pero algo no me sonaba nada bien. Estudie cada detalle de la supuesta patrulla, no estaban armados salvo por esas macanas negras tan características de los policías – mente fría y disparos certeros Srta. Márquez – recordó mi mente la frase que Michael solía usar durante los entrenamientos. Fue entonces que una pregunta rondo mi mente ¿La Policía Federal los usa? Podría ser que fuera para evitar llevar armas de fuego en público, pero tampoco tenía sentido.



El auto ingreso por un callejón oscuro, mi corazón latió con muchísima fuerza al saber que todo podría cambiar ahí. Podría ser una trampa de Sara o algunos de sus socios por haber arruinado todavía mas sus horribles y asquerosos negocios. Una enorme cortina del garaje frente a nosotros se abrió mientras descendíamos, vi como tomaron sus macanas llevándolas en sus manos. Me rezagué unos pasos y cuando se distrajeron di la cabeza del primer “policía” contra la pared del edificio dejándolo adolorido en el suelo. El segundo se dio vuelta al instante. Parte del entrenamiento de Michael incluía técnicas agresivas de distintas artes marciales, en este caso levanté mi rodilla casi a la altura del pecho y dando una vuelta de trecientos sesenta grados di a toda velocidad una fuerte patada en el pecho del “segundo policía” quien reboto contra el suelo al caer. Tome la macana tirada en el suelo llevándola a su cara mientras aplastaba con mi pie una de sus manos.



- ¿Quién mierda los mando?



Se retorció quejándose con una evidente falta de aire, sin dejar de observarme, su labio temblaba y miraba constantemente adentro del edificio. Repetí la pregunta solo que esta vez levantando la macana.



- ¡Eva! – grito cubriéndose como pudo con su mano



- Eva… – dije con un tono de voz casi susurrante



Las luces se prendieron de golpe mostrando un salón lleno de mujeres, todas completamente atónitas, algunas se llevaban las manos a la boca a otras simplemente se les podía ver el miedo su mirada mientras observaban dudosas para todos lados. Observe mis manos temblorosas tirando la macana al suelo ¿Qué estaba haciendo?



Eva salió entre la multitud, su mirada estaba puesta en mi luego en ellos, de nuevo conmigo. Se disculpo con el público y principalmente con los policías que doloridos trataban de levantarse.



- ¿Qué es esto? – interrogue.



- Era una fiesta sorpresa para ti…de bienvenida y para celebrar que ganaras el Premio Novel – aclaro – esos eran los strippers.



Premio Nobel de la paz…que contradicción – por hacer de este mundo un lugar mejor para toda la humanidad – decían los representantes del Comité Noruego del Nobel. Compuesto por un grupo seleccionados por el parlamento son los encargados de seleccionar al ganador siguiendo las normas establecidas en el testamento de Alfred Nobel.



- Yo…lo siento muchísimo – le respondí – de verdad. Lo lamento muchísimo, me asusté – dije, pero esta vez a los policías.



- Lo entendemos – dijo uno de ellos tomándose la cabeza.



- Fue una mala idea – contesto el otro.



- De verdad por favor discúlpenme.



- Es un gusto conocerla – dijo el falso policía que golpee contra la pared – soy socio de su fundación siempre hago donaciones – agrego mientras tendía su mano



- Lo agradezco muchísimo, lo siento – dije tomándola– ¿te encuentras bien?



- No es nada – dijo limpiando la sangre que brotaba del raspón en su frente – hay mujeres a las que le gusta cosas muy rudas. Comparado con lo que ellas hacen esto solo fue un calentamiento.



Obviamente lo decía por orgullo o po

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